lunes, 17 de octubre de 2011

Escuchar música facilita la convivencia en zonas sobrepobladas.


El aumento en el uso de los reproductores personales de música en nuestras sobrepobladas ciudades podría no solo hacer más placentera la agotadora incursión diaria por selva de asfalto. Al parecer también hace más sencilla la estrecha coexistencia con los miles de extraños con los que compartimos el  reducido espacio en el que nos desenvolvemos. Según un estudio publicado por Ana Tajadura-Jiménez y ungrupo de investigadores en la revista Plos one. Cuando realizamos una tarea pasiva, como usar el transporte público para llegar a nuestro trabajo, el escuchar música que nos provoca emociones positivas, reduce la representación de nuestro espacio personal, lo que permite hacernos más tolerantes a la cercanía de otros.

     El  espacio personal es la zona  alrededor del cuerpo humano que la gente concibe como “su espacio” (1), el cual normalmente otras personas no pueden traspasar sin provocarnos incomodidad. Con el aumento de la población y el hacinamiento de las grandes ciudades la gente continuamente se ve envuelta en situaciones de incomodidad por la extrema cercanía con otras personas, ya sea en el transporte público, en las calles, en las escuelas o en la oficina. Este efecto no sólo se produce con los reproductores personales, sino también con una fuente externa de sonido. Lamentablemente se produce el efecto contrario cuando la música escuchada nos produce emociones negativas, lo que podría explicar lo asfixiante que puede llegar a ser el transporte colectivo en México, en donde los choferes frecuentemente convierten a sus unidades de transporte en discotecas móviles con un limitado repertorio musical que no suele ser del agrado de todos.
Distancia de confort de la gente de estudio cuando escuchaba musica con audifonos (Headphones) o con una fuente externa (Loudspeakers). Experimento realizado con música que produce emociones positivas (Positive), emociones negativas (Negative) o cuando no se escuchaba música (Silence). Fuente de la imagen revista Plos one

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